lunes, 9 de noviembre de 2015

Motivando/nos Nº 4 b. El descanso del activismo.

Una de las tareas de las vacaciones será evitar el desmadre que nos pide el cuerpo y romper con el estado de sobre-aceleración, recuperando un ritmo de vida más humano; recuperando a la persona y su capacidad de relación con otras personas, de relaciones gratuitas, quizá también el contacto con la naturaleza y sus ritmos.

Jugar a ser Dios y sostener el mundo es agotador. Ese cansancio no se quita descansando, sino poniéndose en nuestro sitio. A veces arreglamos los cansancios con viajes, pero el viaje no siempre reconstruye, no siempre rehabilita. El viaje interior es más difícil que el viaje a la Luna. Y es que se trata del más importante de los viajes.

Para salir del vivir desparramados y de la alienación, lo primero que se necesita es el recogimiento para volver en sí. Regresar a pisar tierra (humus-humildad) y recuperar la relación con otros, con el mundo y con Dios. La tarea principal es recuperar nuestro lugar de personas, ni más ni menos, y desterrar el endiosamiento y las fantasías de omnipotencia. Otra tarea necesaria es recuperar los ritmos humanos. Aprender a no acelerar más la aceleración, sino a caminar despacio, a pasear.

Si uno no cambia algo en su interior, la agenda se volverá a llenar en las mismas vacaciones.

También ayuda dedicar tiempo a la pareja, la compañía de buenos amigos o alguna actividad que ayude a ejercitar el salir de sí y el amor para restaurar sanamente la relacionalidad herida.

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